Por estos días numerosos estudios están investigando cómo la alopecia androgénica puede suponer un agravante en los efectos de los pacientes diagnosticados con Covid-19. Llegando a la teoría de que "los pacientes con formas agudas de alopecia androgénica serían más propensos a padecer COVID de forma grave", todo esto producto de cómo el virus interactuaría con los receptores andrógenos.
A través de los estudios ha sido posible observar que más de 100 pacientes ingresados por coronavirus tenían un porcentaje alto de alopecia androgénica respecto al resto de la población. Desencadenando hipótesis que según han señalado los médicos “podría ayudarnos en gran medida a mejorar el futuro de esta enfermedad, sobre todo si empezarán, por ejemplo, a utilizarse algunos fármacos con acción antihormonas sexuales masculinas que son empleados en el tratamiento de la alopecia como forma de prevención de las formas más severas de la enfermedad del coronavirus".
Pero existe otra relación, la alopecia derivada por estrés
El estrés puede derivar de múltiples causas, físicas o psicológicas, y la pandemia puede significar para muchos un trauma psicológico: miedo a contraer la enfermedad, a perder el trabajo, o por el confinamiento.
"El estrés provoca un aumento de la adrenalina, que se eleva en sangre y, si este aumento es mantenido en el tiempo, puede provocar un aumento del cortisol. Esta hormona provocará la disminución de la circulación sanguínea y como consecuencia una incorrecta absorción de nutrientes y agua por parte del cuero cabelludo y los folículos pilosos", explican los expertos. Lo que en consecuencia provocará que el cabello se debilite.
Algunos estudios realizados en pacientes que ya han pasado por la Covid-19, apuntan que entre un 25%-30% sufrirán caída intensa de cabello (efluvio telógeno), multiplicado por 4 o 5 pasados entre 2 a 4 meses después de la enfermedad.
Para solucionar este problema, lo más importante es solucionar el origen, y esto apoyar con un tratamiento anticaída.