Hace un tiempo, intenté levantarme más temprano para hacer ejercicio. El primer día me sentí motivado, el segundo un poco menos, y al tercero ya estaba apagando la alarma para dormir 10 minutos más. En menos de una semana, mi nuevo hábito había desaparecido. Me frustré, porque quería hacer un cambio, pero la fuerza de voluntad simplemente no era suficiente.
¿Te ha pasado? Déjame decirte que no es tu culpa. La motivación es pasajera, y esperar a que nos "den ganas" de hacer algo no es una estrategia sostenible. Pero, ¿qué pasaría si en lugar de depender de la fuerza de voluntad, hicieras que los hábitos se integraran en tu rutina sin esfuerzo? Así fue como descubrí el habit stacking.
¿Qué es el habit stacking y por qué funciona?
El apilamiento de hábitos es una técnica simple que aprendí del libro 'Hábitos Atómicos' de James Clear. En lugar de tratar de acordarte de hacer algo nuevo en cualquier momento del día, simplemente lo asocias con una acción que ya realizas de manera automática. Así, el nuevo hábito se vuelve parte de tu rutina sin que apenas lo notes.
Por ejemplo, en lugar de decir "voy a hacer ejercicio todas las mañanas", probé algo diferente y dije: después de quitarme el pijama, me pondré inmediatamente la ropa deportiva.
Para aplicar esta técnica, sigue esta estructura: Después de [hábito actual], haré [nuevo hábito].
EJEMPLO: después de lavarme los dientes por la noche, me limpiaré la cara con Agua Micelar y aplicaré una crema.
Después de revisar el celular al despertar, memorizaré 3 palabras en inglés.
Después de aplicarme el shampoo en la cabeza, me aplicaré el de barba.
SPOILER: Sí, de paso estoy intentando ayudarte a crear hábitos de cuidado...
Lo importante es que el nuevo hábito sea sencillo y tenga sentido dentro de tu rutina diaria. Entre más fácil lo hagas, más probabilidades tienes de mantenerlo en el tiempo.
Pequeños cambios, grandes resultados
Desde que empecé a aplicar el habit stacking, he podido mantener hábitos que antes me costaban. No porque ahora tenga más fuerza de voluntad, sino porque ya no la necesito tanto. La clave no es hacer grandes cambios de golpe, sino pequeños ajustes constantes. Así, sin darte cuenta, terminas construyendo una mejor versión de ti mismo.
Si alguna vez te has sentido frustrado porque no logras mantener un hábito, prueba esta técnica. Quizás el problema nunca fue la falta de disciplina, sino la estrategia equivocada.