Todas las mañanas repetía la misma rutina: aplicar una buena cantidad de gel, distribuirlo con los dedos y esperar a que se secara. ¿El resultado? Un pelo tan rígido que apenas podía moverlo. Y ni hablar de cuando intentaba tocarlo: parecía que llevaba un casco.
Por creer que no había otra opción, ignoré todo lo que me provocaba: picazón, caspa e incluso caída de cabello. Hasta que un día, hablando con mi barbero, me dijo algo que me dejó pensando:
“Prueba con una cera, no necesitas tener el pelo duro para que tu peinado esté fijo”.
¡Mi gran descubrimiento!
Con un poco de desconfianza, me llevé a casa una cera mate de Sir Fausto. No estaba seguro de que realmente funcionara, pero decidí probarla.
La primera vez que la usé fue casi un experimento. Tomé una pequeña cantidad, la froté entre mis manos y la pasé por mi cabello. Y ahí estaba la magia: mi pelo tenía forma, orden, pero seguía moviéndose con naturalidad. Podía tocarlo sin perder la mano en el intento; sin sentir que se rompía en pedazos. Además, se veía más saludable y sin los residuos pegajosos que el gel siempre dejaba y que cuando usaba ropa negra me hacía pasar más de una vergüenza.
La primera vez que la usé fue casi como un experimento. Tomé una pequeña cantidad, la froté entre mis manos y la pasé por mi cabello. Y ahí estaba la magia: mi pelo tenía forma, pero seguía moviéndose con naturalidad. Podía tocarlo sin sentir que se rompía en pedazos. Además, se veía más saludable, sin esos residuos pegajosos que el gel siempre dejaba.
Lo que aprendí con el cambio
1.- Hay vida más allá del gel del supermercado: hoy existen muchos productos y ceras adaptadas a cada necesidad y cabello.
2.- Menos es más: no hace falta saturar el cabello con productos ultra fuertes para lograr un buen peinado.
3.- Leer los ingredientes: ¿Has averiguado lo mal que le hace el alcohol a tu pelo y lo mucho que se usa en los productos capilares? Opta por ingredientes naturales.
Ahora, cada vez que alguien me dice que no puede dejar el gel porque “es lo único que funciona”, solo sonrío y les cuento mi historia. Porque sí, yo también pensaba lo mismo... hasta que me animé a probar algo nuevo. Y créeme, mi cabello (y mi confianza) nunca han estado mejor.